La transición de la República Romana al Imperio Romano marcó un momento crucial en la historia, dando origen a una línea de gobernantes conocidos como emperadores romanos. Este artículo se embarca en una exploración exhaustiva de los emperadores romanos, rastreando su evolución, sus logros y el impacto duradero que dejaron en el mundo antiguo.
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Tabla de contenido
Los primeros emperadores romanos
La era de los emperadores romanos comenzó con Augusto, el primer emperador y fundador de la dinastía Julio-Claudia. Augusto, originalmente conocido como Octavio, salió victorioso en la batalla de Actium en el año 31 a. C., asegurando su posición como líder inigualable de Roma. Su reinado, del 27 a. C. al 14 d. C., marcó el comienzo de la Pax Romana, una época de relativa paz y estabilidad.
Después de Augusto, una serie de emperadores dieron forma al destino de Roma. Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón, conocidos como los emperadores julio-claudios, navegaron por las complejidades del gobierno, enfrentando desafíos que iban desde intrigas políticas hasta disturbios militares. El comportamiento errático de Calígula, las reformas administrativas de Claudio y el controvertido gobierno de Nerón dejaron marcas indelebles en la historia romana.
Los emperadores Flavio, Vespasiano, Tito y Domiciano, llegaron al poder después del Año de los Cuatro Emperadores en el 68 d.C., un período de guerra civil e incertidumbre política. Su gobierno, caracterizado por victorias militares, estabilidad económica y proyectos arquitectónicos como el Coliseo de Vespasiano, preparó el escenario para las dinastías imperiales posteriores.
Los cinco buenos emperadores
La dinastía Nerva-Antonine, a menudo denominada los Cinco Buenos Emperadores, marcó el comienzo de un período de estabilidad y prosperidad excepcionales. El breve reinado de Nerva allanó el camino para Trajano, cuyas campañas militares expandieron el imperio a su mayor extensión territorial. Adriano, conocido por su legado arquitectónico, solidificó las fronteras, mientras que Antonino Pío y Marco Aurelio priorizaron la gobernanza y la cultura.
La Pax Romana alcanzó su cenit durante el gobierno de los Cinco Buenos Emperadores, caracterizado por la armonía interna, la prosperidad económica y el florecimiento intelectual. La Columna de Trajano, el Muro de Adriano y las “Meditaciones” de Marco Aurelio son testimonios perdurables de sus contribuciones.
Esta era fue testigo de una administración eficaz, reformas legales e iniciativas de bienestar público. Sin embargo, la falta de un sistema de sucesión claro plantearía desafíos más tarde (como vemos con el ascenso del crónicamente narcisista Cómodo, conocido por la película Gladiador), lo que llevó al advenimiento de la dinastía Severan y a un cambio en la dinámica del gobierno imperial.
Crisis del siglo III
El Imperio Romano enfrentó desafíos incomparables durante la crisis del siglo III (235-284 d.C.). Este período turbulento estuvo marcado por una rápida sucesión de emperadores de corta duración, golpes militares y amenazas externas que pusieron a prueba la resistencia del imperio.
La dinastía Severa, con emperadores como Septimio Severo, Caracalla y Heliogábalo, intentó restaurar la estabilidad, pero persistieron los conflictos internos y las presiones externas. Los militares, cada vez más influyentes en la determinación de la sucesión imperial, desempeñaron un papel central en los constantes levantamientos.
La crisis vio el ascenso del emperador-soldado, donde los comandantes militares a menudo tomaban el poder por la fuerza. Los breves reinados de emperadores como Galieno, Claudio Gótico y Aureliano reflejaron la volatilidad de la época. Aureliano, en particular, logró reunificar el imperio brevemente y fortificar sus fronteras.
La tensión económica, las invasiones externas y la división del imperio en el Imperio galo, el Imperio palmireno y el Imperio romano subrayaron la profundidad de la crisis. Diocleciano, reconociendo la necesidad de reformas integrales, ascendió al poder en 284 d.C., lo que marcó el comienzo de una nueva fase en el gobierno romano.
La tetrarquía y Constantino
El reinado de Diocleciano vio la introducción de la Tetrarquía, un sistema en el que cuatro emperadores gobernaban simultáneamente para hacer frente a la inmensidad y los desafíos del imperio. Diocleciano y Maximiano sirvieron como Augustos, mientras que Galerio y Constancio Cloro ostentaron el título de César. Esta estructura tenía como objetivo garantizar transiciones de poder más fluidas y una gobernanza más eficaz.
La estabilidad lograda bajo la Tetrarquía se debió, en parte, a la imposición del sistema de Dominación, que enfatizaba la autoridad absoluta del emperador. Sin embargo, también sembró las semillas de conflictos futuros, ya que la cuestión de la sucesión seguía siendo compleja.
Constantino el Grande, al emerger del caos, jugó un papel fundamental en la historia romana. Su conversión al cristianismo y el Edicto de Milán en 313 d.C. marcaron un cambio significativo en el panorama religioso del imperio. La fundación de Constantinopla en 330 EC subrayó su compromiso con las regiones orientales y reflejó el cambiante centro geopolítico del imperio.
El reinado de Constantino culminó en la Batalla del Puente Milvio (312 d.C.), un punto de inflexión en el que abrazó la fe cristiana y adoptó el símbolo Chi-Rho. Esta victoria, unida a su consolidación del poder, marcó el comienzo de un Imperio Romano cristianizado.
La dinastía Constantiniana, incluidos los hijos y sucesores de Constantino, siguió dando forma al destino de Roma. El Concilio de Nicea en 325 EC, convocado por Constantino, abordó disputas teológicas y sentó las bases para el Credo de Nicea, que influyó en la doctrina cristiana durante los siglos venideros.
La decadencia y la caída
Cuando el Imperio Romano entró en el siglo V, enfrentó una compleja serie de desafíos que contribuirían a su eventual declive y caída. Las luchas internas por el poder, la inestabilidad económica y las presiones externas de las invasiones bárbaras crearon una tormenta perfecta que puso a prueba la resistencia del Estado romano.
Los emperadores constantes posteriores, incluidos los hijos y sobrinos de Constantino, se enfrentaron a conflictos internos. La división del imperio entre múltiples gobernantes, que a menudo condujo a guerras civiles, debilitó la autoridad central. Constancio II, Juliano el Apóstata, Joviano y Valentiniano I enfrentaron amenazas recurrentes tanto dentro como fuera de las fronteras del imperio.
La gradual fragmentación del Imperio Romano Occidental se hizo cada vez más evidente. Valentiniano II, Graciano y Valentiniano III enfrentaron desafíos que iban desde usurpaciones hasta invasiones de tribus germánicas. El saqueo de Roma por los visigodos en 410 d.C. y la posterior caída de Cartago en 439 d.C. resaltaron las vulnerabilidades de las defensas del Imperio Occidental.
El último emperador romano de Occidente, Rómulo Augústulo, fue depuesto en 476 d.C. por el caudillo germánico Odoacro, lo que tradicionalmente marcó la caída del Imperio Romano en Occidente. Este evento a menudo se considera un punto final simbólico para la antigua Roma, aunque el declive había sido un proceso gradual que abarcó siglos.
Emperadores romanos notables
A lo largo de la historia de la antigua Roma, ciertos emperadores y períodos romanos dejaron una huella imborrable en la trayectoria del imperio. Augusto, como primer emperador, estableció el modelo para el gobierno imperial. Su hábil equilibrio de poder, éxito militar y habilidad política sentó las bases de la Pax Romana.
- El gobierno de Trajano, a menudo visto como el cenit del poder romano, expandió el imperio a su mayor extensión territorial. Las Guerras Dacias y la Columna de Trajano son testimonios de sus logros militares, mientras que sus obras públicas dejaron un impacto duradero en la ciudad de Roma.
- Adriano, conocido por sus fortificaciones defensivas como el Muro de Adriano., cambió el enfoque de la expansión territorial a la consolidación y la defensa. Su legado arquitectónico, incluido el Panteón, reflejó un compromiso con los esfuerzos culturales y artísticos.
- Marco Aurelio, el filósofo-emperador, afrontó los desafíos de las Guerras Marcomanas dejando atrás las reflexiones filosóficas plasmadas en sus “Meditaciones”. Su reinado marcó el final de la Pax Romana y presagió los tiempos difíciles que se avecinaban.
- La conversión de Constantino al cristianismo, el Edicto de Milán y la fundación de Constantinopla Fueron acontecimientos transformadores con consecuencias de largo alcance. Sus esfuerzos por estabilizar el imperio bajo la Tetrarquía y su papel en el Concilio de Nicea influyeron en la trayectoria del panorama político y religioso.
Cada uno de estos emperadores y períodos contribuyó al complejo mosaico de la historia romana. Ya sea a través de conquistas militares, logros culturales o reformas administrativas, sus legados perduran como capítulos críticos de la gran narrativa del Imperio Romano.
Campañas militares y expansión
Las campañas militares y la expansión del Imperio Romano fueron componentes cruciales de su longevidad e influencia. El poder militar de Roma fue un factor clave en la configuración de su destino, desde las conquistas de la primera república hasta las medidas defensivas del último imperio.
La expansión romana comenzó con la República Romana, especialmente durante las Guerras Púnicas contra Cartago. La conquista de la península italiana, la derrota de Aníbal y la incorporación de provincias como Sicilia, Hispania y África marcaron el predominio de Roma en el Mediterráneo.
Las legiones romanas, disciplinadas y bien entrenadas, jugaron un papel central en las conquistas. Las campañas de Julio César en la Galia, por ejemplo, demostraron la eficacia de la estrategia y organización militar romana. La conquista de Gran Bretaña y las campañas en el Mediterráneo oriental aumentaron las vastas propiedades territoriales del imperio.
Bajo los cinco buenos emperadores, en particular Trajano, el imperio alcanzó su mayor extensión territorial. Las exitosas campañas de Trajano en Dacia y Partia expandieron la influencia romana a lo largo del Danubio y el Éufrates. La construcción de la Columna de Trajano inmortalizó estas victorias.
A pesar de los éxitos, las presiones externas se intensificaron durante la crisis del siglo III. Las invasiones bárbaras, en particular las de las tribus germánicas y los persas sasánidas, tensaron las fronteras del imperio. El reinado de Aureliano, conocido por su destreza militar, vio la reunificación del imperio y los esfuerzos por fortificar sus fronteras.
La Tetrarquía, establecida por Diocleciano, tenía como objetivo hacer frente a las amenazas externas mediante una reorganización de las estrategias militares y defensivas. Los esfuerzos de Constantino para asegurar las fronteras del imperio incluyeron la construcción de fortificaciones como los fuertes de Saxon Shore en Gran Bretaña.
El declive del Imperio Romano Occidental fue testigo de la erosión de su otrora poderoso ejército. Los desafíos económicos y las luchas internas debilitaron a las legiones romanas, haciendo que el imperio fuera cada vez más vulnerable a las invasiones externas. La caída de Roma en 476 EC marcó el final de una tradición milenaria de dominación militar romana.
Políticas económicas y sociales
Los emperadores romanos desempeñaron un papel fundamental en la configuración de políticas económicas y sociales que influyeron en la vida cotidiana de sus súbditos. La estabilidad económica del imperio y el bienestar de sus ciudadanos estaban estrechamente vinculados a las decisiones tomadas por sus gobernantes.
Augusto, el primer emperador, heredó una Roma azotada por años de guerra civil. Sus políticas económicas tenían como objetivo restaurar la estabilidad, incluida la implementación del “censo” para evaluar y gravar a los ciudadanos romanos. Esto, junto con sus proyectos de infraestructura y servicios públicos, sentó las bases para la prosperidad económica del imperio temprano.
El reinado de Trajano, considerado una edad de oro, fue testigo de extensas obras públicas y de un enfoque en el bienestar social. Su programa alimenta tenía como objetivo apoyar a los niños pobres, proporcionándoles alimentación y educación. La construcción del Foro de Trajano y la finalización del acueducto Aqua Traiana reflejaron su compromiso de mejorar la vida de los ciudadanos romanos.
La peste Antonina, que se cree que es viruela o sarampión, afectó gravemente al imperio en el siglo II. Marco Aurelio, en respuesta, implementó políticas para abordar la recesión económica y la despoblación. Sin embargo, estos esfuerzos sólo proporcionaron un alivio temporal.
Diocleciano, enfrentando desafíos económicos durante la crisis del siglo III, introdujo el Edicto sobre Precios Máximos, un intento de controlar la inflación y estabilizar la economía. La división del imperio en los Imperios Romanos Occidental y Oriental también tuvo implicaciones económicas, ya que cada mitad desarrolló estructuras económicas distintas.
Las reformas económicas de Constantino incluyeron la introducción del oro solidus, una moneda estable y ampliamente aceptada que contribuyó a la estabilidad económica. Su establecimiento de Constantinopla como nueva capital influyó aún más en los patrones económicos del Imperio Romano de Oriente.
El declive del Imperio Romano Occidental vio dificultades económicas, con problemas fiscales, devaluación de la moneda y reducción del comercio que contribuyeron a los problemas económicos del imperio. El cambio hacia una economía más agraria reflejó el cambiante panorama social y económico.
Legado e impacto de los emperadores romanos
El legado de los emperadores romanos está impreso no sólo en el registro histórico sino también en el tejido mismo de la civilización occidental. El sistema imperial, nacido de las cenizas de la República Romana, sentó las bases para una autoridad centralizada y un gobierno autocrático. El impacto duradero de los emperadores es visible en diversas esferas, desde el gobierno y el derecho hasta la arquitectura y la cultura.
Gobernanza y derecho
Los emperadores romanos dejaron una huella duradera en la naturaleza del gobierno. Augusto, con su principado, proporcionó un modelo para los emperadores posteriores, combinando un gobierno autoritario con elementos de la estructura republicana tradicional. El concepto del emperador como autoridad suprema influyó en las nociones medievales y renacentistas de realeza.
El derecho romano, personificado en el Corpus Juris Civilis compilado bajo Justiniano en el Imperio Bizantino, sirvió de base para los sistemas legales modernos. Los principios de jurisprudencia desarrollados por los juristas romanos influyeron en la evolución del pensamiento y la práctica jurídica a lo largo de los siglos.
Arquitectura e ingeniería
Las maravillas arquitectónicas encargadas por varios emperadores dieron forma al paisaje urbano de Roma y más allá. Desde la grandeza del Coliseo, un testimonio de la dinastía Flavia de Vespasiano y Tito, hasta el perdurable Panteón, encargado por Adriano, la arquitectura romana se convirtió en un símbolo de poder imperial y sofisticación cultural.
La construcción de estructuras monumentales no se trataba simplemente de destrezas de ingeniería; fue un esfuerzo deliberado para mostrar el poder y la permanencia del estado romano. Acueductos, anfiteatros y arcos triunfales salpicaban el imperio, reflejando el deseo de los emperadores de dejar una huella indeleble en el paisaje físico.
Cultura y civilización
El patrocinio de las artes y las actividades intelectuales por parte de ciertos emperadores contribuyó significativamente al florecimiento de la cultura romana. La Pax Romana bajo Augusto y el renacimiento cultural durante la dinastía Nerva-Antonine facilitaron la producción de literatura, filosofía y arte.
La “Eneida” de Virgilio, la poesía de Ovidio y las reflexiones filosóficas de Marco Aurelio son legados literarios de los emperadores romanos. La proliferación de baños públicos, teatros y bibliotecas contribuyó a un rico tejido cultural que perduró mucho después de la caída del imperio.
Cristianismo y religión
El papel de los emperadores romanos en el establecimiento y evolución del cristianismo es profundo. La conversión de Constantino y la posterior cristianización del Imperio Romano alteraron el panorama religioso. El Primer Concilio de Nicea, convocado por Constantino en el año 325 d.C., abordó disputas teológicas y sentó las bases de la doctrina cristiana.
El posterior entrelazamiento del cristianismo con el poder imperial tuvo profundas consecuencias para el mundo occidental medieval y moderno. El Imperio Bizantino, con su continuación de las tradiciones imperiales romanas, se convirtió en un bastión del cristianismo oriental.
Historiografía de los emperadores romanos
La historiografía de los emperadores romanos refleja la evolución de las perspectivas e interpretaciones de estas complejas figuras. Desde los historiadores antiguos hasta los eruditos modernos, la narrativa que rodea a los emperadores ha estado moldeada por contextos políticos, culturales y académicos.
Historiadores antiguos
Los relatos contemporáneos de historiadores antiguos proporcionan información valiosa sobre las vidas y reinados de los emperadores romanos. Tácito, que escribió en los siglos I y II d.C., ofreció perspectivas críticas sobre los emperadores julio-claudios, en particular Nerón. Suetonio, en “Los Doce Césares”, proporcionó bosquejos biográficos y anécdotas que contribuyeron al registro histórico imperial temprano.
Dion Casio, senador e historiador romano del siglo III, relató los acontecimientos desde la fundación de Roma hasta su época. Su “Historia romana” cubre los períodos de la República Romana y el temprano Imperio Romano, proporcionando un relato detallado de los emperadores hasta Severo Alejandro.
Perspectivas medievales y renacentistas.
Durante el período medieval, la historiografía de los emperadores romanos a menudo se entrelazó con narrativas religiosas y políticas. El concepto de la teoría de las “Dos Espadas”, que enfatiza la autoridad dual del Papa y el emperador, se inspiró en los precedentes históricos establecidos por los emperadores romanos.
El Renacimiento vio un resurgimiento del interés por la antigüedad clásica y eruditos humanistas como Petrarca y Maquiavelo profundizaron en los relatos históricos de los emperadores romanos. El redescubrimiento de textos antiguos y la emulación de modelos políticos romanos influyeron en el pensamiento político de la época.
Erudición moderna
La erudición moderna ha aportado perspectivas críticas y matizadas al estudio de los emperadores romanos. Las obras de historiadores como Edward Gibbon, en “La historia de la decadencia y caída del Imperio Romano”, moldearon la comprensión de la caída de Roma y sus causas. El énfasis de Gibbon en el papel del cristianismo y las críticas a la decadencia imperial influyeron en los estudios posteriores.
En los siglos XX y XXI, los estudiosos reevaluaron los legados de emperadores individuales y examinaron los contextos socioeconómicos y culturales más amplios de sus reinados. Los descubrimientos arqueológicos en varios sitios imperiales, los avances en numismática y los enfoques interdisciplinarios han enriquecido nuestra comprensión de la historia imperial romana.
Perspectivas posmodernas
Los enfoques posmodernos de la historia han fomentado un reexamen de las dinámicas de poder, la representación y las voces marginadas. El estudio de los emperadores romanos incluye ahora consideraciones de género, etnia y las experiencias de quienes se encuentran al margen de la sociedad romana.
El diálogo continuo dentro del mundo académico asegura que la historiografía de los emperadores romanos siga siendo un campo dinámico, sujeto a continua reevaluación y reinterpretación a la luz de metodologías y perspectivas en evolución.
Bibliografía y lecturas adicionales
Profundizar en la rica reserva de la historia imperial romana requiere una exploración cuidadosa de las fuentes primarias y secundarias. La siguiente bibliografía ofrece una selección curada de obras que abarcan desde relatos de primera mano de historiadores antiguos hasta interpretaciones académicas modernas. Esta lista completa sirve como una hoja de ruta útil si busca una comprensión más profunda de los emperadores romanos, sus reinados y el contexto más amplio del Imperio Romano.
Fuentes primarias
- “Los Doce Césares” de Suetonio: Una colección de bocetos biográficos que ofrece detalles íntimos sobre las vidas y reinados de los primeros doce emperadores, desde Julio César (que no fue emperador, pero jugó un papel clave en el establecimiento del Imperio) hasta Domiciano.
- “Los Anales” y “Las Historias” de Tácito: Tácito ofrece información crítica sobre los emperadores julio-claudios y el turbulento Año de los Cuatro Emperadores.
- “Meditaciones” de Marco Aurelio: Una reflexión personal sobre la filosofía estoica realizada por el filósofo-emperador Marco Aurelio, que ofrece una visión única de los desafíos del gobierno imperial.
- “La decadencia y caída del Imperio Romano” de Edward Gibbon: Aunque es una fuente secundaria, la obra maestra de Gibbon ofrece una narrativa completa de la decadencia y caída del Imperio Romano, dando forma a interpretaciones históricas posteriores.
Fuentes secundarias
- “El Diccionario Clásico de Oxford” editado por Simon Hornblower y Antony Spawforth: Una obra de referencia indispensable que proporciona información concisa y autorizada sobre diversos aspectos de la historia romana, incluidos los emperadores.
- Serie “La historia antigua de Cambridge”: Una serie de varios volúmenes que cubre la historia del mundo antiguo y ofrece análisis en profundidad de los acontecimientos políticos, militares y culturales romanos.
- “Los emperadores romanos: una guía biográfica de los gobernantes de la Roma imperial 31 a. C. – 476 d. C.” por Michael Grant: Una guía biográfica completa que proporciona retratos detallados de cada emperador romano, acompañados de su contexto histórico.
- “Rubicón: Los últimos años de la República Romana” de Tom Holland: Aunque se centra en la República Romana tardía, esta atractiva narrativa prepara el escenario para el surgimiento del Imperio Romano y sus primeros emperadores.
Otras lecturas
- “Augusto: primer emperador de Roma” de Adrian Goldsworthy: Una exploración en profundidad de la vida y el reinado de Augusto, que ofrece una comprensión matizada de la figura fundadora del Imperio Romano.
- “Los cinco buenos emperadores: sucesores de Nerón y Vespasiano” de Michael Grant: Un estudio centrado en la dinastía Nerva-Antonine, ahondando en el período de relativa estabilidad y prosperidad conocido como los Cinco Buenos Emperadores.
- “La caída del Imperio Romano: una nueva historia” de Peter Heather: Una interpretación moderna de la decadencia y caída del Imperio Romano Occidental, que proporciona información sobre los factores económicos, sociales y militares que contribuyeron a su colapso.
- “La Revolución Romana” de Ronald Syme: Una obra fundamental que explora la dinámica política y las transformaciones que llevaron al establecimiento del Imperio Romano.
Esta bibliografía y lista de lecturas adicionales ofrecen una amplia gama de perspectivas, lo que garantiza que pueda embarcarse en un viaje completo a través de la fascinante y compleja historia de los emperadores romanos y el legado perdurable del Imperio Romano.
Lista emperadores romanos
El Imperio Romano tuvo 77 emperadores diferentes en el período comprendido entre el 27 a.C. y el 476 d.C. Aquí hay una lista completa de estos emperadores romanos en orden, con breves descripciones de su legado y las características definitorias de su gobierno:
Siglo I d.C.
Augusto, 31 a. C. – 14 d. C. – El primer emperador romano que propició la Pax Romana, un período de paz y prosperidad en Roma.
Tiberio, 14-37 d.C. – Conocido por su gobierno solitario y a menudo controvertido.
Calígula, 37–41 d.C. – Famoso por su extravagancia, crueldad y comportamiento errático.
Claudio, 41–54 d.C. – Un emperador capaz y a menudo subestimado, conocido por sus reformas administrativas.
Neron, 54–68 d.C. – Uno de los emperadores más infames, recordado por su crueldad y persecución de los cristianos.
Galba, 68-69 d.C. – Un emperador de corta duración cuyo gobierno terminó en rebelión.
Oton, Enero-abril 69 d.C. – Gobernó brevemente durante el Año de los Cuatro Emperadores.
Aulo Vitelio, Julio-diciembre 69 d.C. – Otro emperador de corta duración durante el Año de los Cuatro Emperadores.
Vespasiano, 69–79 d.C. – Conocido por estabilizar el imperio y comenzar la construcción del Coliseo.
Tito, 79–81 d.C. – Famoso por su papel en la erupción del Monte Vesubio y por completar el Coliseo.
Domiciano, 81–96 d.C. – Recordado por su gobierno autocrático y sus duras políticas.
Nerva, 96–98 d.C. – Inició el período de los “Cinco Buenos Emperadores”.
Siglo II d.C.
Trajano, 98-117 d.C. – Celebrado por sus conquistas militares y expansión del imperio.
Adriano, 117-138 d.C. – Conocido por sus extensos viajes y la construcción del Muro de Adriano en Gran Bretaña.
Antonino Pío, 138-161 d.C. – Un reinado pacífico y próspero, conocido por su benevolencia.
Marco Aurelio, 161-180 d.C. – Un filósofo-emperador que enfrentó desafíos durante la peste Antonina.
Lucio Vero, 161-169 d.C. – Co-emperador con Marco Aurelio, enfrentó amenazas externas durante su reinado.
Cómodo, 177-192 d.C. – Famoso por su comportamiento errático y el declive del prestigio del Imperio Romano.
Publio Helvio Pertinax, Enero-marzo de 193 d.C. – Un reinado corto y tumultuoso.
Didio Juliano, Marzo-junio de 193 d.C. – Compró el trono en un período disputado conocido como el “Año de los Cinco Emperadores”.
Septimio Severo, 193-211 d.C. – Un gobernante fuerte que expandió el imperio y solidificó su dinastía.
Siglo III d.C.
Caracalla, 198-217 d.C. – Conocido por otorgar la ciudadanía romana a todas las personas libres dentro del imperio.
Publio Septimio Geta, 209-211 d.C. – Co-emperador con Caracalla, su rivalidad terminó en tragedia.
Macrino, 217-218 d.C. – Un breve reinado marcado por reformas financieras.
Heliogábalo, 218-222 d.C. – Famoso por sus excéntricas prácticas religiosas y su libertinaje.
Alejandro Severo, 222-235 d.C. – Un emperador joven y moderado, enfrentó amenazas externas.
Maximino el Tracio, 235-238 d.C. – Un soldado-emperador que gobernó durante un período de crisis.
Gordiano I, Marzo-abril de 238 d.C. – Un breve reinado como coemperador durante el Año de los Seis Emperadores.
Gordiano II, Marzo-abril de 238 d.C. – Co–emperador con su padre Gordiano I.
Pupieno Máximo, Abril-julio de 238 d.C. – Compartió el trono durante el Año de los Seis Emperadores.
Balbino, Abril-julio de 238 d.C. – Otro coemperador en el Año de los Seis Emperadores.
Gordiano III, 238-244 d.C. – Un joven emperador que enfrentó desafíos por parte de sus asesores.
Filipo el Árabe, 244-249 d.C. – Gobernó durante una época de conflicto militar y amenazas externas.
Decio, 249-251 d.C. – Conocido por su persecución a los cristianos.
Hostiliano, 251 d.C. – Un coemperador de corta duración.
Galo, 251-253 d.C. – Gobernó durante un período de crisis y reveses militares.
Emiliano, 253 d.C. – Otro breve reinado en una época de agitación.
Valeriano, 253-260 d.C. – Capturado por los persas, fue el primer emperador hecho cautivo.
Galieno, 253-268 d.C. – Gobernó durante un período de fragmentación e invasiones.
Claudio II el Gótico, 268-270 d.C. – Conocido por sus victorias militares.
Quintilo, 270 d.C. – Un emperador de corta duración tras la muerte de Claudio II.
Aureliano, 270-275 d.C. – Devolvió la unidad al imperio y fortificó sus fronteras.
Tácito, 275-276 d.C. – Un reinado breve y relativamente pacífico.
Florián, Junio-septiembre de 276 d.C. – Otro gobernante de corta duración.
Probo, 276–282 d.C. – Conocido por sus campañas militares y esfuerzos para restaurar el imperio.
Caro, 282-283 d.C. – Gobernó brevemente, con su reinado truncado por su muerte.
Numeriano, 283–284 d.C. – Gobernó junto con su padre Carus hasta su misteriosa muerte.
Carino, 283–285 d.C. – Gobernó la parte occidental del imperio.
Diocleciano, 284–305 d.C. – Instituyó importantes reformas y dividió el Imperio Romano en Oriente y Occidente.
Maximiano, 286–305 d.C. – Co–emperador de Diocleciano, conocido por sus campañas militares.
Siglo IV d.C.
Constancio I, 305–306 CE – El padre de Constantino el Grande.
Severo, 306–307 CE – Un gobernante de corta duración.
Majencio, 306-312 CE – Gobernó durante el período tumultuoso que condujo a la Batalla del Puente Milvio.
Constantino I, 306–337 d.C. – El primer emperador cristiano, conocido por el Edicto de Milán y el Concilio de Nicea.
Galerio Valerio Maximino, 310–313 d.C. – Co-emperador en el sistema de tetrarquía.
Licinio, 308–324 d.C. – Se enfrentó a Constantino en una serie de guerras civiles.
Constantino II, 337–340 d.C. – Uno de los hijos de Constantino que gobernó la parte occidental del imperio.
Constancio II, 337–361 d.C. – Otro hijo de Constantino que gobernó la parte oriental del imperio.
Constante I, 337–350 d.C. – El tercer hijo de Constantino, inicialmente gobernante en Occidente.
Constancio Galo, 351–354 d.C. – Co–emperador con su hermano Constancio II.
Juliano el Apóstata, 361–363 d.C. – Conocido como Julián el Apóstata por su breve intento de revivir el paganismo.
Joviano, 363–364 d.C. – Un breve reinado tras la muerte de Julián.
Valentiniano I, 364-375 d.C. – Un gobernante capaz que cogobernaba el imperio con su hermano Valente y enfrentó desafíos a lo largo de las fronteras del Rin y el Danubio.
Graciano, 367–383 d.C. – Ascendió al trono siendo niño y enfrentó revueltas e invasiones durante su reinado.
Magnus Máximo, 383–388 d.C. – Un usurpador que gobernó brevemente la parte occidental del imperio.
Valentiniano II, 375–392 d.C. – Un joven emperador que luchaba por hacer valer el control sobre su reino.
Teodosio I, 392-395 d.C. – Conocido por sus esfuerzos por restaurar el cristianismo y el último emperador que gobernó un Imperio Romano unido antes de su división.
Honorio, 393–423 d.C. – Gobernó el Imperio Romano Occidental durante un período de decadencia y enfrentó el saqueo de Roma por parte de los visigodos.
Siglo V d.C.
Constancio III, 421 d.C. – Co–emperador de Honorio, conocido por su papel en la defensa del Imperio Romano Occidental contra amenazas externas.
Valentiniano III, 425–455 d.C. – Un niño emperador que enfrentó numerosos desafíos e invasiones durante su reinado.
Petronio Máximo, marzo-mayo de 455 d.C. – Ocupó brevemente el trono antes de su muerte durante el saqueo de Roma por los vándalos.
Avito, 455–456 d.C. – Un emperador de corta duración que enfrentó desafíos tanto internos como externos.
Mayoriano, 457–461 d.C. – Conocido por sus reformas y esfuerzos para restaurar la fuerza del Imperio Romano Occidental.
Libio Severo, 461–465 d.C. – Un emperador durante un período de decadencia y fragmentación en el Imperio Romano Occidental.
Antemio, 467–472 d.C. – Gobernó durante una época convulsa y enfrentó el saqueo de Roma por parte de los visigodos.
Olibrio, abril-noviembre de 472 d.C. – Un gobernante de corta duración durante un período de rápido cambio de emperadores.
Glicerio, 473–474 d.C. – Otro breve reinado en una época de inestabilidad en el Imperio Romano Occidental.
Julio Nepote, 474–475 d.C. – Intentó reafirmar la autoridad imperial pero enfrentó desafíos de sus rivales.
Rómulo Augústulo, 475–476 d.C. – El último emperador romano en Occidente antes de la caída del Imperio Romano Occidental en 476 EC.
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Cita este artículo: F. Osen. “Emperadores romanos.” Elimperioromano.es. Recuperado de: https://elimperioromano.es/emperadores-romanos (Descargado: Fecha de lectura).
Last Updated on November 21, 2023 by Frode Osen