Reyes en Roma: Monarquia romana

Reyes en Roma: Monarquia romana

El Reino Romano, que abarca desde el 753 a. C. hasta el 510 a. C., marca los primeros 200 años de la historia de Roma, gobernado por siete monarcas distintos. Cada rey dejó una huella única en la ciudad, ya sea mediante el establecimiento de tradiciones romanas clave o la construcción de edificios importantes.

Durante este período, la estructura política de Roma estaba definida por una monarquía absoluta, en la que el rey ejercía el poder supremo sobre el pueblo y el Senado actuaba como un contrapeso oligárquico relativamente débil. El carácter hereditario de la monarquía sólo adquirió relevancia después del reinado del quinto rey, Tarquinio Prisco.

Este artículo proporciona un examen exhaustivo de cada uno de estos siete reyes en Roma, profundizando en sus reinados, sus contribuciones al desarrollo temprano de Roma y los mitos que los rodean.

Rómulo: el fundador mítico

Cuenta la leyenda que Rómulo, el legendario primer rey de Roma, inició la construcción de la ciudad en el Monte Palatino en el año 753 a.C. Se le atribuye haber permitido que personas de todas las clases, incluidos esclavos y hombres libres, se convirtieran en ciudadanos de Roma sin discriminación.

El conocido incidente de la “violación de las sabinas”, en el que Rómulo invitó a tribus vecinas a un festival en Roma y secuestró a mujeres jóvenes entre ellas, resultó en una guerra con los sabinos. La historia de este evento, aunque de naturaleza mítica, subraya los complejos orígenes de la ciudad.

Rómulo también jugó un papel fundamental en el establecimiento del Senado romano, seleccionando a 100 de los hombres más nobles para formar este consejo asesor, que llegó a ser conocido como los patres, del cual descendían los patricios.

Además, sentó las bases para las estructuras sociopolíticas de votación y divisiones de clases que continuarían definiendo la República y el Imperio Romanos.

Numa Pompilio: el sabio pacífico

Después de la muerte de Rómulo, Roma experimentó un interregno durante un año durante el cual diez senadores gobernaron sucesivamente como interregnos. Fue Numa Pompilio, un sabino famoso por su justicia y piedad, quien finalmente fue elegido para suceder a Rómulo como rey.

El reinado de Numa estuvo marcado por una era de paz y reformas religiosas. Erigió un templo a Jano y mantuvo sus puertas cerradas durante su gobierno, simbolizando el estado de paz que mantuvo con los vecinos de Roma.

Numa también instituyó varias instituciones religiosas, incluidas las Vírgenes Vestales, los Salii y las tres llamas dedicadas a Júpiter, Marte y Quirino. Se le atribuye en particular el establecimiento de la posición y los deberes del Pontifex Maximus, el sumo sacerdote de la religión estatal romana.

Tulio Hostilio: El rey guerrero

Tulio Hostilio, en marcado contraste con el reinado pacífico de Numa, siguió un camino más guerrero similar al de Rómulo. Participó en guerras contra Alba Longa, Fidenae, Veyes y los sabinos. Fue durante el gobierno de Tulo que Alba Longa fue completamente destruida y su población se integró a Roma.

A pesar de descuidar el culto a los dioses durante la mayor parte de su reinado, Tulo experimentó un despertar religioso hacia el final de su vida. Pidió ayuda a Júpiter, y el dios respondió con un rayo que consumió a Tulo y su casa.

Tulo también es recordado por la construcción de la Curia Hostilia, la nueva sede del Senado, que permaneció en uso durante 562 años después de su muerte.

Anco Marcio: El Guardián de la Paz

Después de Tulo Hostilio, los romanos buscaron un líder pacífico y religioso como nuevo rey, lo que llevó a la elección del nieto de Numa, Anco Marcio. Su reinado se caracterizó por la preservación de la paz y se abstuvo de un expansionismo agresivo. Anco entraba en guerras sólo cuando era necesario defender los territorios de Roma.

Lucio Tarquinio Prisco: la influencia etrusca

Lucio Tarquinio Prisco, el quinto rey de Roma, fue el primero de origen etrusco en ascender al trono. Después de emigrar a Roma, se ganó el favor de Anco Marcio, quien más tarde lo adoptó como su hijo.

Al convertirse en rey, lanzó guerras contra los sabinos y los etruscos, duplicando el tamaño de Roma y aportando grandes tesoros a la ciudad.

Tarquinio es conocido por sus importantes contribuciones arquitectónicas, incluida la construcción del Foro Romano, el templo de Júpiter en la Colina Capitolina y el Circo Máximo.

Su gobierno introdujo símbolos etruscos de distinción militar y autoridad civil en la tradición romana, como el cetro del rey, los anillos senatoriales y el uso de la tuba con fines militares.

Servio Tulio: reformas y estructura de clases

Tras la muerte de Tarquinio Prisco, su yerno, Servio Tulio, asumió el trono. Continuó la tradición de guerras exitosas contra los etruscos y utilizó el botín para construir el primer pomerium, un conjunto de murallas que rodeaban las Siete Colinas de Roma.

Servio también realizó importantes cambios organizativos en el ejército romano e instituyó una nueva constitución para los romanos. Sus reformas establecieron las bases de la estructura de clases romana, con derechos de voto basados ​​en el estatus socioeconómico, transfiriendo efectivamente el poder a la élite romana.

El gobierno de 44 años de Servio llegó a un final repentino cuando fue asesinado en una conspiración liderada por su hija, Tulia, y su marido, Lucio Tarquinio el Soberbio.

Lucio Tarquinio el Soberbio: El tirano y su caída

Lucio Tarquinio el Soberbio, mientras estuvo en el poder, llevó a cabo numerosas guerras contra los vecinos de Roma, incluidos los Volsci, Gabii y Rutuli. Su reinado estuvo marcado por obras públicas notables, en particular la finalización del Templo de Júpiter Optimus Maximus en la Colina Capitolina. Sin embargo, el gobierno de Tarquinio se caracterizó por la violencia, la intimidación y un flagrante desprecio por las costumbres romanas y el Senado.

Su gobierno dio un giro siniestro cuando su hijo, Sexto Tarquinio, violó a Lucrecia, esposa e hija de influyentes nobles romanos. Esto desató una revolución liderada por Lucio Junio Bruto y resultó en la expulsión de Tarquinio y su familia en 509 a.C. La connotación negativa asociada con la palabra “rey” (rex) en la cultura romana persistió hasta la caída del Imperio Romano.

Después de este evento, Bruto y Colatino se convirtieron en los primeros cónsules de Roma, lo que marcó el comienzo de la República Romana, que perduraría durante los siguientes 500 años, expandiendo la influencia de Roma por Europa, el norte de África y el Medio Oriente.

En resumen, la era de los reyes en Roma, aunque envuelta en mitología, jugó un papel crucial en la configuración de las primeras fundaciones de Roma. Cada rey, desde el mítico fundador Rómulo hasta el tirano Tarquinio el Soberbio, contribuyó al desarrollo de las instituciones políticas, sociales y religiosas de la ciudad.

Sus reinados, caracterizados por guerras, paz, reformas religiosas y logros arquitectónicos, prepararon el escenario para el surgimiento de la República Romana, que finalmente se convertiría en una de las civilizaciones más influyentes y duraderas de la historia.

Last Updated on October 28, 2023 by Frode Osen